Judería. ¿Cómo se las ingeniaban para llevar agua hasta las casas? Los distintos estudios hechos en algunas casas del entramado de callejuelas que forman la judería han puesto al descubierto complejos sistemas de recogida de agua y canalizaciones para el riego. La judería de Córdoba estaba protegida por las murallas, entre la iglesia y el alcázar: bajo la protección del clero y del señor. O bajo su vigilancia. Hasta que la incipiente burguesía judía empezó a ser un estorbo y todo acabó en edicto. Ya anteriormente, los judíos habían trabajado como curtidores y alarifes para el califa. Hay un filósofo para cada una de las culturas componentes de la triada de civilizaciones que compartieron espacio. A Maimónides, como buen judío, lo dejaron murallas adentro. Las estatuas de Séneca y Averroes las encontramos tras cruzar la puerta de Almodóvar.
Julio Romero de Torres. El genio cordobés convirtió el piropo a la mujer en cuadro. Nadie pintó a las mujeres como él. Apenas imperceptible, por la carga sensual de muchos de sus cuadros, el río Guadalquivir aparece como fondo de algunas de sus pinturas. También aparecen jarras y ánforas, que bien pudieran contener el líquido elemento. Una fuente brota frente a su museo, en la emblemática plaza del Potro. El museo estuvo un año y medio cerrado por reformas, pero este 2012 ha vuelto a abrir sus puertas. No he visitado el museo desde su reapertura, pero parece que ha teñido de rojo las paredes. Habrá que ver el efecto que produce el rojo sobre la obra del pintor cordobés. Dicen que se inspiraron en el rojo que usaba Caravaggio en su obra. ¡Pero en sus cuadros, no en las paredes! Si encuentran similitudes entre los dos pintores, quizás hubiera sido más adecuado buscar el intimismo, el tenebrismo del milanés pintando las paredes de tonos más oscuros y menos taurinos. Pero como os digo, hasta que no visite de nuevo el museo no podré tener una opinión más certera. Siguiendo con las mujeres morenas, incluso en pintura es difícil aguantar la mirada de Pepita Suárez, María Teresa López o Asunción Boué, algunas de sus modelos. Las mujeres cordobesas todavía siguen teniendo los ojos llenos de misterio.
Hammam. Las sucesivas culturas que han pasado por Córdoba han tenido muy en cuenta el momento de los baños. Por supuesto por higiene en primer lugar, pero la islámica añadía la purificación al rito y la romana daba importancia a las relaciones sociales. A nosotros nos ha llegado la versión más hedonista. Proyectos como el del Hammam Al Andalous han recuperado esa tradición y, a escasos metros de la mezquita, nos podemos dar un baño en el tiempo entre aceites, una taza de té y la música de laúd. Un buen modo de acabar el día, dejando que te cuiden con un baño y un masaje. Estuve probando el circuito y tengo que decir que me encantó. El masaje se quedó un poco corto, pero ¿no sucede siempre con los masajes? Luego me pude relajar en las distintas piscinas, pasando del agua cálida a la fría para volver rápidamente al confort que dan los grados de más. Tras un par de tazas de té, vuelta a pasear, a flotar, por las calles de Córdoba, dando un paseo alrededor de la Mezquita-Catedral hasta uno de mis rincones preferidos en la ciudad: la plaza del Cristo de los Faroles.